"Escribo sobre lo que tengo ganas de escribir".

Entrevista al escritor argentino Pablo Cazaux, ganador del Premio Tristana 2016, por su novela Muertos a la carta.

¿En qué momento de su vida decidió que quería ser escritor? ¿Cómo se inició?
No fue una decisión, simplemente sucedió. No sé si vale la pena contar una historia tan banal así que la sintetizo en esto: empecé a los 15 años copiando historias de cowboys que se publicaban en unos libros muy pequeños y de papel barato. Eran un poco más que cuentos largos pero a mí me fascinaban. Imitaba la forma de escribir y algunas escenas. Lo mismo hice con Bradbury más adelante y con Cortázar después. Cuando quise llegar a imitar a Faulkner me di cuenta que había llegado a mi techo y empecé a escribir buscando un estilo propio y temas que yo pudiese dominar desde lo emocional. Y así seguí logrando pequeños avances. Y en eso andamos ahora, tratando de avanzar todos el tiempo un poquito más pero satisfecho de escribir las cosas que quiero escribir.

¿Qué tipo de literatura diría que cultiva?
No trabajo en una literatura específica. Escribí todo lo que tuve ganas de escribir y en cada libro puse el cuerpo, el sudor y el insomnio. Gané el concurso Tristana 2016 con una novela fantástica (Muertos a la carta) y dos años antes fui finalista del premio JPM con una novela policial negra (Carver). También escribí una novela de terror que me encantó. Una casi autobiográfica. Dos novelas de un matrimonio japonés al que adoré. Una saga juvenil con la que estoy recorriendo colegios y charlando con los alumnos. En fin, mi escritura es muy ecléctica y variada. Escribo sobre lo que tengo ganas de escribir.

¿Cuáles son los autores que más han influido en su obra?
En mi obra no sé. En mi vida cientos. Como decía, cuando me puse a escribir más o menos en serio traté de despojarme de todo lo que había leído para escribir a mi manera. Supongo que allí debe haber una mezcla brutal de todos los escritores que me conmovieron en algún momento.

¿Cómo nace Muertos a la carta? su última novela.
Muertos a la carta nace como una experimentación muy extraña. Tengo un amigo chef que vive en Alemania y nos empezamos a escribir seguido. Surgió la idea de hacer algo pero no sabíamos qué. Él empezó a contarme cómo era la vida de un chef dentro y fuera de un restaurante y a decirme las recetas que se la habían ocurrido en el día. Yo empecé a pergeñar la historia de un chef que recibe en su restaurante a gente que está muerta pero que no lo sabe. Le pregunté, entonces, a mi amigo, qué cocinaría para fulano de tal (un personaje) y él me decía lo que haría. Pero no en forma de receta clásica sino en forma narrativa. Así fue que las recetas se fueron amalgamando con las historias de los personajes, del restaurante y del chef. Y al poco tiempo ya estaba terminada la novela.

¿Cómo funcionó el libro en España?
Es difícil saberlo cuando no vivís allá, ni tenés agente literario y sólo sos un perejil que escribió una novela razonable que ganó un concurso. En líneas generales fue una de las experiencias más grandes de mi vida. Viajé a España, participé de una presentación maravillosa en un teatro y sentí que tenía a todo Santander a mi disposición. Fue realmente increíble. El libro quedó maravilloso (desde el punto de vista de la edición) y tuvo mucha repercusión en la prensa escrita. Ahora parece ser que van a estar en México. Y no sé nada más. Mi hijo se ha ido de casa sin dejar señales de vida.

¿En qué se diferencia esta novela respecto de tus otros trabajos? ¿crees que existe algún tipo de conexión?
Todas las novelas son muy diferentes entre sí por la diversidad de géneros y de argumentos. Hay hilos conductores que tienen que ver con los temas que se abordan: la muerte, la violencia, el amor, etc. Todo esto visto no desde el plano tradicional sino desde el otro lado. Vale decir, Carver, si bien es un policial negro, es también una novela de amor y búsqueda de identidad. Pero si tuviera que definirla diría que es una novela de desamor. Pasa todo lo contrario a lo que se espera del concepto de amor básico. Pero no deja de ser una de las formas del amor.

¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
En este momento estoy abocado a la saga juvenil. Quería escribir una historia con adolescentes en los que cada libro tuviera su independencia. Pero sobre todo quería escribir libros inteligentes, libros con contenido, no quería personajes clichés ni estigmatizaciones. Todos somos buenos y malos de alguna forma. Y yo quiero que los conceptos de amistad, solidaridad, heroísmo, amor, tuvieran un desarrollo inteligente y normal. Todo eso, por supuesto, combinado en una historia de aventuras y terror que empuje la trama hacia un final que te deje sin aliento. En los colegios, el primer tomo de El Mapa de Arena anduvo muy bien. Los chicos la leyeron con sus profesores y prepararon todo un trabajo. Después me invitaron a charlar y fue un placer y una maravilla que me regaló la vida poder conversar con adolescentes de literatura y desmembrar la novela como si fuera un pollo. Veremos qué pasa el año que viene con la segunda parte. Ahora estoy por empezar una novela nueva, muy oscura y dolorosa y en cuanto la termine, me pondré manos a la obra con El Mapa de Arena 3.